Tan lejos, tan cerca

El juez español, Baltasar Garzón, a quien se le adelanta un juicio por presuntas escuchas ilegales en su país. | Foto: Ap, Madrid-españa / El Colombiano
El juez español, Baltasar Garzón, a quien se le adelanta un juicio por presuntas escuchas ilegales en su país. | Foto: Ap, Madrid-españa / El Colombiano

Hay muchas similitudes entre las llamadas chuzadas para el DAS y el proceso que se le sigue a Baltasar Garzón por las escuchas ilegales ordenadas en el caso Gürtel. La situación del afamado juez español se asemeja a la del hoy olvidado exsecretario de la Presidencia Bernardo Moreno. Los hechos hablan por sí solos.

Sorprendentes resultan las similitudes que se presentan en casos judiciales que tienen ocurrencia a miles de kilómetros de distancia.

Efectivamente, lejos pero cerca se encuentran las chuzadas para el DAS y el proceso que se le sigue a Baltasar Garzón por las escuchas ilegales ordenadas dentro de la causa Gürtel. No hay duda, la situación del afamado Juez español, se asemeja a la del hoy olvidado exsecretario de la Presidencia Bernardo Moreno. Los hechos hablan por sí mismos.

Garzón, ubicándose por primera vez en su vida en el banquillo de los acusados, compareció esta semana ante el Tribunal Supremo español, esto en razón a que en su condición de miembro de la Audiencia Nacional ordenó por solicitud de la Fiscalía la intervención de las comunicaciones (chuzadas) entre algunos de los implicados en el caso Gürtel y sus abogados.

El caso Gürtel, como bien sabemos, es un escándalo de corrupción de empresas y contratos relacionados con el Partido Popular español (PP). En el mismo, en plena investigación, Garzón, a pesar de estar expresamente prohibido, ordenó interceptar las conversaciones sostenidas por los dirigentes detenidos con sus abogados.

Por esta razón, el Juez Garzón afronta hoy ante el máximo tribunal de la justicia española cargos por delitos en contra de las garantías de la intimidad y prevaricación. Moreno Villegas, también servidor público, enfrenta, ante nuestra Corte Suprema de Justicia, cargos por concierto para delinquir, abuso de la función pública e interceptación ilegal de comunicaciones privadas. Ambos, en razón a estos hechos, se encuentran hoy inhabilitados para ejercer cargos públicos.

También, como denominador común entre Bernardo y Baltasar, está el tinte o la interpretación política que se le ha dado a cada uno de sus casos. Así, Garzón, exdiputado del PSOE, tocó como juez fibras sensibles del PP y hoy, curiosamente, es acusado por aquellos dirigentes que estaban bajo su jurisdicción dentro del caso Gürtel.

Por su parte, Moreno, mano derecha del expresidente Uribe, está hoy sometido a juicio por la Sala Penal de la Corte Suprema, la misma donde varios de sus actuales y antiguos integrantes obran como alegadas víctimas en su proceso. Así, en su caso, por más que se quiera, siempre quedará en el aire que en algo tiene que ver la intensa disputa vivida entre el exmandatario y algunos sectores de la Corte, nunca desaparecerá el interrogante de si se trata de un juicio en carne ajena.

De igual modo, es curioso que siendo personas tan distintas, Moreno y Garzón, reclamen en sus procesos que se les garantice lo mismo; un juicio justo, en especial que tengan derecho a ser sometidos a un juez imparcial. Garzón recusó a dos de los magistrados que llevan su caso por considerar que existen serias dudas fundadas sobre la imparcialidad objetiva de sus juzgadores, Moreno pidió lo mismo respecto a los Conjueces y Magistrados titulares de la Corte por haber sido designados de forma indirecta por los magistrados «víctimas».

Más curioso aún, los dos Tribunales dan respuesta, a Garzón y a Moreno, calificando sus peticiones de abuso del derecho.

Respecto del fondo del asunto, como justificación de las escuchas, Garzón afirma que «interpretó» la ley, pues podría existir connivencia entre abogados y clientes para eludir del alcance de la justicia los millonarios recursos del ilícito, los cuales serían ocultados en el extranjero. En el caso de Moreno, aunque aún no hemos escuchado la primera chuzada, intereses superiores como la seguridad nacional justifican plenamente algunas de las actuaciones del extinto organismo de inteligencia que hoy son objeto de reproche.

Entonces, en ambos casos, principios e intereses superiores entran en pugna con la intimidad individual, cuestión que es difícil de entender para muchos y que curiosamente se relativiza, según el escenario, pues los mismos «defensores de derechos humanos» que con vehemencia persiguen y tienen preso hoy a Moreno, son los que se solidarizan con la causa justa de las escuchas de Garzón.

Ante este cúmulo de coincidencias, debo reconocer que el título de este artículo es tomado de la película Faraway, so close! del alemán Wim Wenders, pues encarna a la perfección cómo los seres humanos, a pesar de las marcadas diferencias, pueden vivir las mismas realidades, Garzón y Moreno son muestra de ello.

No obstante, con algo de nostalgia, la conclusión reflexiva del artículo es la inversión de su título, pues a pesar de ser casos tan similares, no es menos cierto que hoy Garzón ejerce su derecho de defensa con pleno goce de su libertad, respetando así su dignidad y su presunción de inocencia, lo que le permite viajar por todo el mundo y ser asesor de la CPI y la OEA, con incluso largos periodos de estadía en nuestro país.

Moreno, por su parte, es la prueba de la otra realidad, se defiende privado de su libertad, con total desprecio por su presunción de inocencia. Por eso, como en la película, Garzón y Moreno están como el cielo de la tierra, tan cerca pero tan lejos.

Por: Jaime Granados Peña

Fuente: El Colombiano | 24 de enero de 2012 | Tan lejos, tan cerca